¿El bikini es feminista? Así nació y contribuyó a la liberación sexual la prenda estrella del verano

Fue un símbolo (a veces silencioso) de las reivindicaciones feministas. Pero ¿en qué momento pasó a ser un elemento de cosificación e hipersexualización de las mujeres? Analizamos la relación entre bikini y machismo, mucho más que un traje de baño

agosto 9, 2022 Escrito por Eva Gracia

Coordinadora web de Bloom. Graduada en Periodismo por la Universidad de Zaragoza. Redactora especializada en salud femenina, salud mental, estilo de vida y temas sociales. Ha colaborado en el Observatorio BLOOM sobre ITS en mujeres en España.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

El bikini es un imprescindible en nuestras maletas, pero ese dos piezas que hoy lucimos con más o menos despreocupación (hola, complejos) cuenta una parte de la historia del feminismo y de la lucha de las mujeres por su libertad sexual. Como suele ocurrir en la moda, la ropa no es solo ropa, sino que guarda en sus costuras mucha información. En Bloom no damos puntada sin hilo (😉) y hacemos zoom a la historia del bikini.

Decir que recorrer la historia del bikini es recorrer la historia del siglo XX suena grandilocuente. Pero no lo es tanto: una mirada por el pasado de este traje de baño nos conecta con hitos como la Guerra Fría o con el hecho de que España hiciera del turismo uno de los pilares de su economía.

Roma did it first: ¿y si el bikini es un invento de la Antigüedad?

La Antigua Roma tiende a darnos soberanas lecciones de humildad. Probablemente, lo que ahora nos parece una modernidad ya fue tendencia en el imperio romano. Licencias poéticas aparte, lo cierto es que en la villa del Casale, del siglo IV a.C. y situada en Piazza Armerina (Sicilia), se conserva el conocido como “mosaico de los bikinis”.

Efectivamente: muestra a mujeres en trajes de dos piezas que, según cuentan los historiadores, se empleaban para la práctica deportiva. Hay otras representaciones similares en la cultura griega, lo que nos lleva a preguntarnos: si hace más de 2000 años ya existía algo similar al bikini, ¿por qué hasta los años 40-50 del siglo XX no se popularizó?

La extensión del cristianismo, su moralidad e imposiciones sobre la vestimenta femenina (muestra de machismo #1) condenaron al protobikini al olvido. Y hubo que esperar más de 2000 años para asistir a su resurgir.

historia del bikini

Mucho más que moda de baño: tecnología e innovación

Para trazar la genealogía del bikini contemporáneo debemos viajar hasta finales del siglo XIX, cuando el ocio y las vacaciones (fruto de cambios sociales y primeras regulaciones del trabajo) comenzaron a popularizarse. Darse un chapuzón no era lo que es hoy: los trajes de baño de las mujeres, por un lado, cubrían todo su cuerpo; por otro, estaban fabricados con materiales poco adecuados para zambullirse, como el lino o el algodón.

Más que a un refrescante baño, la experiencia debía de parecerse a nadar con todo tu armario puesto.

Pero el desarrollo tecnológico e industrial de comienzos del siglo XX alumbró nuevos tejidos (del nylon a la licra) que aligeraron los nada ligeros trajes de baño de la época. Llegadas a este punto, debemos hacer mención a Annette Kellerman, nadadora estadounidense que “inventó” un traje de baño más cómodo y menos pesado (a modo de bañador con pernera). La arrestaron en Boston por llevarlo en público (prueba machista #2), pero abrió una puerta difícil de cerrar y su idea comenzó a ganar popularidad.

Llegados los años 30, los bañadores comenzaron a reducir sus telas y en esa década y la siguiente empezaron a verse los primeros atisbos de bikini (con Hollywood como escaparate y Olivia de Havilland como una de las primeras modelos).

Pero es en 1946 cuando, tradicionalmente, se ha fechado la creación de esta prenda, que se atribuye al ingeniero mecánico Louis Rénard. En aquel momento, y al borde de la Guerra Fría, se estaban realizando pruebas de bombas nucleares en el atolón Bikini (en el océano Pacífico) y el carácter “explosivo” de la prenda que se presentó sirvió a Rénard para bautizar su diseño. Que no falte una mención especial a la modelo que lo llevó por primera vez, Michelle Bernardini, que se expuso a las críticas de la época.

De hecho, el bikini tardó años en popularizarse por ser considerado vulgar y poco adecuado para señoras bien, señoras fetén. Si hemos venido a hablar de referencias, es el momento de citar el pasaje de Mad Men en el que Betty Draper compra con ilusión un bikini que ha visto en un desfile en el club de tenis. ¿La reacción de su marido? Un nada sutil “eso es de fulanas”. Aunque sea en la ficción (no nos cuesta imaginar que esa situación se diese en la realidad), prueba de machismo #3.

¿Liberación en los 50 y 60?

En un nuevo ejemplo de la importancia de los referentes y de las mujeres pioneras que se atrevan a dar el primer paso, Brigitte Bardot (que continúa siendo un icono) protagonizó en 1952 ‘La chica del bikini’, un soplo de aire fresco que rezumaba libertad sexual y sensualidad y que restó vulgaridad (si es que alguna vez la tuvo) a esta prenda. Como Brigitte, otras divas abrieron camino, de Marilyn Monroe a Rachel Welch o Ursula Andress, chica Bond en 1962 con un bikini blanco.

Esto da para reflexión: ¿hablamos de liberación o de cosificación del cuerpo de la mujer, al mostrar a Andress como reclamo con un traje de baño que deja más piel al descubierto de “lo normal”? Probablemente, y ya que rara vez las cosas son blanco o negro, haya un poco de las dos, pero lo cierto es que las apariciones de estas mujeres en pantalla y en revistas luciendo sus bikinis motivaron a otras muchas a llevar los suyos. Y un plus de contexto: los años 60 fueron los de la explosión de la cultura surfera Estados Unidos y de los movimientos pacifistas, feministas y de liberación sexual.

historia del bikini

Mediados de siglo en España: tiempo de aislamiento

Aunque este recorrido histórico se limita al mundo occidental (recordemos la existencia del llamado burkini), no olvidemos que, en la España de los años 50 y 60, la situación era otra. En pleno franquismo, en 1951, se prohibió el bikini en las costas españolas.

Pero, de nuevo, hubo ejemplos de disidencia. Y nos quedamos con el caso de Benidorm: a mediados de siglo, su alcalde quiso potenciar la ciudad como destino turístico para europeos y europeas… que vestían bikinis. En 1952, el ayuntamiento dictó una ordenanza para que el dos piezas se pudiera llevar en sus playas.

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No fue fácil contar con el visto bueno del régimen, pero la aportación económica de los turistas fue un argumento de peso y Benidorm se convirtió (todavía lo es) en uno de los destinos costeros de España por excelencia.

Vuelta a la tortilla: de icono feminista a tiranía machista

El de Ursula Andress, pero también el de las turistas suecas como reclamo económico, son dos ejemplos de cómo, paulatinamente, se dio la vuelta a la tortilla. De cómo una prenda icono del feminismo que simbolizó la liberalización sexual pasó a ser un mecanismo más de activación de la tiranía machista.

bikini y machismo

Una subversión del concepto y de la prenda. Un ejemplo claro de la perversión del sistema heteropatriarcal.

Quizá esto alcanzó su máxima expresión en los años 90, con la hipersexualización de las mujeres en bikini en revistas y en anuncios de televisión. ¿En qué punto estamos hoy? La ola feminista que estamos surfeando nos hace ser mucho más conscientes de esas red flags y movimientos como el body positive también nos animan a mostrarnos en bañador, bikini, trikini o en topless según nos apetezca, según nos sintamos bien. Pero no vamos a negar que la citada tiranía, en tiempos de Instagram, sigue, en mayor o menor medida, vigente.

En la vida offline, también esto continúa: sin ir más lejos, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (celebrados por la pandemia en 2021) la selección noruega femenina de balonmano playa fue multada porque las jugadoras se saltaron -en una evidente reivindicación- la norma de jugar en bikini. Teóricamente, su parte de abajo no podía superar los 10 cm de anchura en el lateral, mientras que ellas decidieron competir en pantalón corto. Chicos en short y chicas en bikini, ¿por qué número de prueba de machismo íbamos?

El culmen: la operación bikini

La relación entre bikini y machismo alcanza su culmen en el concepto “operación bikini”, que sirve para nombrar muchas de las prácticas tóxicas de las que queremos alejarnos.

Dietas milagro, depilaciones imposibles, inseguridades, búsqueda de soluciones mágicas para acabar con la celulitis, poco amor a nuestro cuerpo por el mero hecho de ser imperfecto (todos lo son, y precisamente por eso todos son perfectos) y hasta un freno a los planes que nos apetece hacer.

La operación bikini habla de las muchas cosas que aún quedan por hacer (en la sociedad, pero también en nuestra relación con nosotras mismas) hasta comprender que every body is a bikini body. ¿Nos lo tatuamos?

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