Bienestar integral: cómo el yoga oncológico puede ayudar a las pacientes de cáncer
¿Puede esta práctica milenaria mejorar las condiciones del cuerpo cuando le afecta la enfermedad?
Una de las cosas más bonitas de la práctica del yoga es que se adapta a la circunstancias de quien lo practica, y no al revés. Así, lejos de posturas circenses que quedan genial en Instagram, el yoga se utiliza a menudo para tratar dolores crónicos, preparar a las embarazadas de cara al parto, y, también, aliviar -física y emocionalmente- las molestias que sufren las personas con cáncer, tanto durante el tratamiento como después. Algunas escuelas, como Universo Yoga en Salamanca, ya ofertan este tipo de práctica para utilizar las posturas (asanas), el movimiento y la meditación como una poderosa herramienta complementaria para los pacientes oncológicos.
Explorando el yoga oncológico como parte de un enfoque integral de la salud
El yoga es tan versátil que puede hacerlo todo el mundo. Da igual la edad o la condición física. Se puede practicar embarazada, con bebés e incluso en una silla si hay problemas de movilidad. ¿Y durante una enfermedad? Esta misma pregunta tuvo que hacerse Rosa Alonso hace cuatro años, cuando le diagnosticaron la enfermedad. “Me operaron y estuve seis meses recibiendo quimio -explica-. Durante todo ese tiempo me aferré como nunca a mi práctica de yoga”, cuenta.
Y es que, aunque el cuerpo no siempre estaba disponible para la parte más física, esta práctica milenaria propone un enfoque integral que puede acompañar en cualquier momento: la meditación, los pranayamas, el yoga nidra… Durante unos meses Rosa tuvo que aplicar sobre su propio cuerpo todas las enseñanzas que durante años trasladó a sus alumnos y alumnas.
Rosa tiene ahora 65 años. Es el 50% de Universo Yoga, un proyecto que nació en 2011 con una intención muy clara: difundir los beneficios del yoga para todas las personas. Así, tanto ella como Almudena Ovejero, cofundadora, ofrecen clases para todos los niveles, yoga para embarazadas, posparto, en familia… y sí, yoga oncológico.
Continuar con su práctica fue tan importante para Rosa durante su enfermedad que decidió investigar al respecto. Durante buena parte de su vida trabajó como técnico especialista en radiodiagnóstico y auxiliar de enfermería en la Unidad del Dolor, por lo que conocía perfectamente no solo los dolores crónicos, sino cómo puede aliviarlos a través de la respiración y las asanas. Fue así como decidió formarse en yoga oncológico con Adriana Jarrín, una maestra con amplia experiencia en esta adaptación.
Creo que las cosas suceden cuando tienen que suceder. Quizá por eso yo tenía que pasar por esta situación para acercarme a los pacientes oncológicos sintiendo en mi propio ser todo lo débil y frágil que puedes llegar a sentirte y todo lo bueno que el yoga te puede aportar.
¿En qué consiste el yoga oncológico?
Cuando hablamos de yoga oncológico nos referimos a una práctica adaptada a las necesidades físicas y emocionales que atraviesan las personas con cáncer, desde el diagnóstico al tratamiento y recuperación. Según Rosa, quienes se animan pasan muchas fases que ella misma sintió también: “Hay días que extiendes la esterilla y piensas: pero qué hago yo aquí si no puedo con mi alma. Sin embargo, ese pensamiento desaparece cuando conectas con la respiración, todo se calma… y te vuelves a reencontrar”.
El yoga oncológico no sustituye ningún tratamiento médico, pero puede ser muy beneficioso durante el transcurso de la enfermedad para aliviar algunas molestias físicas y, sobre todo, emocionales.
En el plano físico de la práctica, es posible adaptar las asanas o proponer variantes en función de la condición física de cada persona. Es decir, no hay una única una secuencia universal para todos los pacientes con cáncer del tipo que sea, sino que se presta atención a las molestias de cada cual, los efectos del tratamiento y la cirugía y, por supuesto, la parte emocional. Para ello, se ofrecen diferentes soportes y complementos, como pueden ser bloques, mantitas, cojines, cinturones… La idea es realizar una práctica suave y respetuosa con el cuerpo.
Quienes de manera temporal o permanente no pueden realizar la parte física, se enfocan en los ejercicios de respiración y meditación. Son herramientas maravillosas al alcance de todo el mundo que ayudan a regular las emociones, conectar con el presente, gestionar el miedo y recuperar la autoestima y confianza.
Beneficios del yoga oncológico
Estos son algunos de los beneficios que tiene esta práctica para personas con cáncer:
A nivel físico:
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Relaja la musculatura y tejidos afectados.
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Ayuda a aliviar la presión en las articulaciones.
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Mejora los sofocos que se dan durante y después del tratamiento.
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Regula el apetito.
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Tras la sesión, el cuerpo se siente más ligero y blando, como si hubiera recibido un masaje.
A nivel emocional:
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Mejora la vitalidad y, por tanto, el estado de ánimo.
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Facilita la gestión de las emociones y ayuda a calmar la mente.
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Te reconecta con el cuerpo, incluso durante o después de una enfermedad que a menudo te distancia.
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Aumenta la autoestima.
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La práctica grupal además favorece las redes de apoyo y reactiva la parte social que a veces queda pausada durante la enfermedad.