¿Por qué no me quedo embarazada? ¿Soy infertil?
Descubre los principales factores que influyen en la fertilidad femenina —edad, salud, emociones y estilo de vida— y cuándo consultar a un especialista.
Todas tenemos una amiga que ha vivido un calvario para quedarse embarazada. Todas conocemos a alguien que no puede tener hijos o que no ha conseguido concebir en el tiempo deseado. Y todas, en algún momento, hemos sentido la frustración de haber pasado media vida pendientes de evitar embarazos no deseados y, cuando sí lo queremos, descubrir que no es tan sencillo. Forma parte del universo femenino.
Y es que quedarse embarazada no es como nos hicieron creer: no depende solo de las ganas, ni de estar en un buen momento, ni de “relajarse”. La fertilidad es un proceso biológico complejo, en el que influyen muchos factores como la edad, la salud general, el contexto emocional y, también, ese ritmo interno que no siempre coincide con el momento en el que nos sentimos preparadas para ser madres.
¿Y qué nos dicen los datos? Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la edad media de maternidad en España en 2023 fue de 32,6 años, frente a los aproximadamente 29,8 años de hace 30 años. Lo que significa que, en solo tres décadas, hemos retrasado la maternidad casi cuatro años.
Por su parte, la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) recuerda que, incluso en parejas sin dificultades aparentes, la concepción no suele ser inmediata para casi nadie. Tras tres meses de intentos, alrededor del 57% consigue el embarazo; tras seis meses, el 72%; y tras un año, aproximadamente el 85%.
En el último episodio de Escuela de Calor, Isabel Peterlunger, ginecóloga y especialista en Medicina Reproductiva, nos cuenta que:
”Si consideramos la posibilidad de quedarnos embarazadas en cualquier momento del ciclo, es realmente baja. En 5% o hasta menos. Si lo intentamos en fase de ovulación, el porcentaje será más alto y cuanto más tiempo lo intentemos, más posibilidades tendremos”.
Con todos estos datos sobre la mesa, vamos a responder a estas preguntas: ¿Qué influye realmente a la hora de concebir?, ¿Es cuestión de edad, de salud, de ritmo de vida, de emociones… o de todo a la vez? Analizamos en profundidad el complicado universo de la fertilidad femenina.


Edad y fertilidad: el factor más determinante
Cada vez somos madres más tarde. No es algo aislado ni casual, tiene que ver con cómo vivimos hoy: precariedad laboral, viviendas inasequibles, estudios que se alargan, parejas poco estables, proyectos personales que se posponen… El ritmo y el estilo de vida actuales hacen que la maternidad llegue a edades más avanzadas que antes.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la edad media de maternidad en España en 2023 fue de 32,6 años, lo que contrasta con lo que ocurría hace 30 años, cuando la media era de unos 29,8 años. En tres décadas hemos retrasado la maternidad casi cuatro años y eso tiene consecuencias.
La biología reproductiva, sin embargo, no ha cambiado. Nacemos con una cantidad determinada de óvulos que disminuye progresivamente con el tiempo. La fertilidad es más alta entre los 20 y los 30, comienza a descender a partir de los 35 y lo hace de forma más marcada después de los 40. Esto no significa que no podamos ser madres más adelante, pero sí que el proceso puede requerir más tiempo, más paciencia y, en algunos casos, acompañamiento médico.
Además, en la última década, los nacimientos de madres de 40 años o más han aumentado hasta representar más del 10% del total. Cada vez son más las mujeres que se plantean la maternidad en un momento de vida que, socialmente, tiene sentido aunque biológicamente pueda ser más exigente.
No se trata de alarmar ni de correr. Se trata de entender dónde estamos, para poder decidir desde la información y no desde la urgencia.
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¿Qué es la fertilidad femenina y cómo funciona realmente la concepción?
La capacidad de concebir no depende solo de ovular. Intervienen varias funciones al mismo tiempo: la señal hormonal que desencadena la liberación del óvulo, que las trompas permitan el encuentro con los espermatozoides, que óvulos y espermatozoides tengan una calidad suficiente y que el endometrio esté receptivo. El embarazo ocurre cuando estos procesos coinciden en el momento adecuado. Es un equilibrio que tiene que darse de forma natural en nuestro organismo.
Sabemos que el ciclo menstrual no solo influye en el cuerpo físico, sino también en la energía y en el estado emocional. Y sabemos que el mejor momento para buscar un embarazo es durante la ovulación. Pero la ovulación no ocurre siempre el mismo día del ciclo. Aunque los calendarios y las aplicaciones marquen una fecha concreta, puede adelantarse o retrasarse incluso en mujeres con ciclos muy regulares.
Por eso, la ventana fértil abarca aproximadamente los cinco días previos a la ovulación y el día de la ovulación porque además, el óvulo vive solo unas horas, mientras que los espermatozoides pueden permanecer en el aparato reproductor hasta cinco días.
A veces el ciclo es regular, pero ese mes no hay ovulación; otras veces sí la hay, pero el endometrio no está en el momento óptimo; y otras, simplemente, no coinciden los tiempos entre óvulo y espermatozoide. Esto explica algo que cuesta asumir cuando estamos deseando ver el positivo en el test de embarazo, es normal que el embarazo tarde, incluso cuando todo parece estar bien. La realidad es que la fertilidad funciona como un engranaje en la que, cuando una pieza se mueve, el resto se ajusta. Y eso lleva tiempo.
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Factores físicos y médicos que pueden influir en la fertilidad
Es fundamental cuidar nuestra salud ginecológica acudiendo a las revisiones periódicas y no dejar de consultar con un especialista cualquier cambio significativo en el ciclo menstrual. Aun así, muchos de los factores que pueden influir en la fertilidad no presentan síntomas evidentes. Y no siempre se llega a identificar una causa única. A veces existe un motivo claro, y otras el resultado es multifactorial o directamente no concluyente. Esto no significa que no haya opciones, sino que la fertilidad no siempre ofrece respuestas lineales. Conocer estas posibles causas no es anticipar problemas, sino comprender cómo funciona el proceso para poder tomar decisiones desde la información.
7 Factores que pueden influir en la fertilidad:
1. Estilo de vida: El cuerpo no funciona en compartimentos. El sistema reproductivo responde también al descanso, la nutrición, el estrés y la energía disponible. El tabaco, el consumo frecuente de alcohol, el sueño irregular, la exposición al estrés sostenido o una alimentación muy pobre en nutrientes pueden influir en la ovulación y en la calidad de los óvulos a largo plazo. También el peso y el sedentarismo continuado pueden alterar el ciclo menstrual y la función hormonal.
2. Ovulación irregular o ausencia de ovulación: La ovulación no siempre ocurre de manera regular. Cuando la ovulación es impredecible, es más difícil acertar el momento fértil y el embarazo puede tardar, incluso aunque todo lo demás esté bien.
Algunas causas frecuentes son:
- Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP)
- Alteraciones tiroideas (hipotiroidismo o hipertiroidismo)
- Hiperprolactinemia
- Estrés sostenido, cambios bruscos de peso o ejercicio muy intenso
- Ciclos anovulatorios que pueden aparecer incluso en mujeres con ciclos regulares
3. Baja reserva ovárica: La reserva ovárica se refiere a la cantidad y calidad de los óvulos disponibles. Una reserva ovárica baja no significa que el embarazo no pueda darse, pero puede requerir más tiempo o acompañamiento médico.
Se evalúa principalmente mediante:
- Hormona antimülleriana (AMH)
- Recuento de folículos antrales por ecografía
4. Problemas en las trompas de Falopio: Las trompas son el lugar donde se encuentran el óvulo y el espermatozoide. Si están obstruidas o dañadas, la fecundación puede no producirse.
Puede deberse a:
- Infecciones pélvicas previas
- Endometriosis
- Cirugías abdominales
- Hidrosálpinx (acúmulo de líquido en la trompa)
5. Irregularidades en el útero y el endometrio: En algunos casos, la fecundación ocurre, pero el embrión no puede implantarse correctamente.
Puede influir:
- Pólipos o miomas que afectan la cavidad
- Adenomiosis
- Endometriosis
- Sinequias uterinas
- Alteraciones en la fase lútea
6. Desequilibrio de la microbiota vaginal o endometrial: La microbiota no solo influye en la salud vaginal, sino también en la receptividad endometrial. Su estudio está en expansión, y en algunos casos puede ser relevante.
7. Salud general: El organismo funciona como un sistema integrado. Por eso, cuando se produce cualquier inconveniente en la salud general puede terminar afectando a al fertilidad.
Pueden influir:
- Celiaquía no diagnosticada
- Resistencia a la insulina o síndrome metabólico
- Trastornos autoinmunes
- Tratamientos oncológicos previos
- Peso corporal muy bajo o elevado
- Estrés sostenido que interfiera con la ovulación
En este punto es muy importante recordad que la fertilidad es cosa de dos. Aproximadamente en un 30% de los casos la causa principal está relacionada con el factor masculino y, en otro porcentaje similar, es combinada. La calidad, la cantidad y la movilidad de los espermatozoides pueden verse influidas por factores como el tabaco, el alcohol, el cannabis, el estrés persistente, ciertas infecciones previas, el varicocele, la exposición continuada al calor o algunos tratamientos médicos. Los problemas para lograr el embarazo no deberían recaer únicamente en el cuerpo de la mujer.
Si tras varios meses de búsqueda, el embarazo no llega, es recomendable pedir orientación médica. Como referencia, se suele consultar tras 12 meses de búsqueda, o tras 6 meses si hay más de 35 años. Consultar no significa iniciar un tratamiento, sino obtener una evaluación completa y poder decidir con información.
En algunos casos, como en reservas ováricas bajas, ovulaciones muy irregulares o problemas en las trompas o el útero, puede ser útil valorar técnicas de reproducción asistida como herramienta médica de acompañamiento.
Informarse también es parte del proceso
En un momento en el que la información sobre fertilidad sigue siendo limitada —6 de cada 10 mujeres españolas entre 20 y 45 años nunca se han informado sobre el tema, según una encuesta de Merck—, conocer cómo funciona nuestro cuerpo es un paso fundamental para tomar decisiones con libertad y sin miedo. Con ese propósito nació Concibe, una plataforma creada por Merck, la compañía alemana de ciencia y tecnología más antigua del mundo, que ofrece información contrastada y accesible sobre fertilidad y salud reproductiva.


La influencia emocional y la relación de pareja en el proceso de concebir
Por preparadas que estemos, resulta inevitable. Cuando el embarazo tarda, la vida empieza a medirse de otra manera. Los meses dejan de ser meses y pasan a medirse en ciclos y cada menstruación se convierte en una decepción. Entonces cambia, en mayor o menor medida, la relación que tenemos con nuestro cuerpo.
Donde antes había naturalidad, ahora puede aparecer observación constante con síntomas que se analizan, sensaciones que se comparan e infinidad de búsquedas en Google para confirmar nuestras sospechas. Cuando todo esto está pasando, no es raro que aparezca una forma de culpa silenciosa, como si hubiera algo que pudiéramos o debiéramos estar haciendo mejor. Pero la fertilidad no funciona bajo la lógica del control y no es una cuestión de esfuerzo, de actitud ni de voluntad.
Indudablemente este proceso puede llegar a afectar a las relaciones de pareja. Bien porque los dos no se encuentran en el mismo punto vital o no tienen la misma prisa por ser padres, bien porque uno de los dos se siente más culpable que el otro por la situación. Además, cuando la búsqueda se prolonga, el sexo puede dejar de ser espontáneo para convertirse en una tarea que depende solo del calendario y la temperatura basal. Esto no significa que la pareja esté fallando, puede ser solo una etapa complicada pero justo por eso, es fundamental que exista un esfuerzo por mantener la intimidad y la complicidad y, sobre todo, la comunicación.
Si hablamos de gestión emocional, es fundamental que hablemos del manejo del estrés cuando se está buscando un embarazo. El estrés y el cortisol no provoca infertilidad, pero pueden influir negativamente en la regularidad del ciclo y en la ovulación, especialmente si es intenso y sostenido en el tiempo.
Pero no nos confundamos, no se trata de relajarse, sino de identificar qué apoyos, rutinas o espacios pueden ayudarnos a reducir el ruido mental que muchas veces acompaña la espera. A veces es terapia, a veces es actividad física moderada y a veces es simplemente poder hablarlo en el lugar correcto. Buscar un embarazo no debería convertirse en una prueba de resistencia ni de control absoluto sobre el propio cuerpo.
Si el proceso está siendo emocionalmente exigente, pedir apoyo tanto a nivel médico como a nivel psicológico, es una posibilidad tan legítima como valiosa.



























