Mitos sobre el semen: ¿es bueno o malo tragárselo?
La falta de información puede hacer que disfrutemos menos de algunas prácticas sexuales, pero también que las rechacemos por ideas sin fundamento
Que tragar semen es medicinal, que te deja la piel suave, que puede hacerte engordar o adelgazar, que ayuda a suavizar el acné, que se pega al estómago… Estas son solo algunas de las ideas que las bloomers nos contasteis en Instagram cuando os preguntamos por mitos sobre el semen. Somos muchas las que tenemos cierta confusión y ¡equipo Bloom al rescate! Un poco de teoría sobre este fluido, ¡sigue leyendo!
El semen es un fluido espeso y de color blanquecino que se expulsa por el pene en el momento de la eyaculación y que transporta los espermatozoides. No es algo desconocido como otros fluidos femeninos. Este, al ser cosa de hombres, goza de una publicidad estupenda: todas sabemos lo que es y qué aspecto tiene incluso antes de conocer nuestros propios flujos.
Sin embargo, esto no quiere decir que esté libre de dudas y mitos que afectan a nuestra salud sexual y reproductiva. En este post queremos arrojar luz sobre algunas falsas creencias muy extendidas sobre el semen, como la idea de que tragar semen tiene un alto valor nutricional. ¡Toma nota!
5 mitos sobre el semen
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Mito #1: Tragarse el semen engorda
El semen no es un alimento per se: aunque se compone de una serie de nutrientes (proteínas, fructosa, calcio, sodio, potasio, zinc…) no son suficientes para considerarlo como tal, ni tampoco para aportar calorías. A nivel digestivo no hay ninguna pega en tragar semen, aunque sí que tenemos que ser conscientes de que entraña riesgos de contagio de infecciones de transmisión sexual.
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Mito #2: El semen es siempre blanco
La campaña de marketing sobre este fluido tiende a presentarlo siempre en color blanquecino, pero es cierto que su color puede variar, no solo entre personas, sino incluso de una eyaculación a otra. Algunas veces simplemente es el reflejo de una determinada alimentación (algunos alimentos actúan como pigmentos) y otras puede ser una respuesta del sistema inmunológica ante una infección, por ejemplo.
Si el semen presenta un color marrón o rojizo puede significar presencia de sangre, que si bien no tiene por qué ser preocupante, si persiste es recomendable comentarlo con un profesional de la salud.
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Mito #3: El olor del semen siempre es fuerte
Al igual que sucede con el color, el olor del semen puede variar mucho dependiendo de la persona, su estilo de vida y su alimentación. No tiene por qué ser necesariamente fuerte; de hecho, en la mayoría de los casos, no lo es.
Sin embargo, consumir algunos alimentos, no consumir otros, el tabaco y el alcohol e incluso algunas infecciones de transmisión sexual pueden provocar alteraciones en el olor.
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Mito #4: El semen es beneficioso para la salud
Hay mucha rumorología sobre las propiedades beneficiosas que tiene el “consumo” de semen: desde mejorar el cabello y la piel a favorecer la ovulación e incluso prevenir el cáncer. Sin embargo, son solo fake news.
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Mito #5: Si me lo trago, ¿me puedo quedar embarazada?
Aunque parezca algo del pasado, se trata de un mito todavía muy presente en nuestra sociedad. Es biológicamente imposible quedarse embarazada con el sexo oral, sea cual sea el papel que tenemos en esta práctica. El embarazo solo es posible con la penetración vaginal. Por tanto, a nivel anticonceptivo, practicar sexo oral y tragarse el semen es 100% seguro, pero no está exento de riesgos de infección sexual.
Y una verdad sobre tragar semen…
Como hemos visto, hay muchos mitos en torno al semen, su aspecto, su valor nutricional… A lo largo de este listado para desmontar algunas de estas falsas creencias te hemos dejado caer que la decisión de tragar semen o no es puramente personal y, aunque sea evidente, consentida.
Ahora bien: entre tanto mito hay una verdad que tenemos que tener en cuenta. El semen actúa como transmisor de infecciones sexuales, tanto por vía vaginal como por vía anal u oral. La manera de protegerse no solo es no tragar el semen en el caso del sexo oral, sino usar siempre preservativo, especialmente si se trata de relaciones ocasionales o prácticas de riesgo.