Está genial dar visibilidad a la menopausia, pero ¿estamos idealizando esta etapa de la vida de las mujeres?
Por fin se habla de menopausia. Normalizar esta etapa natural de las mujeres tiene mucho de positivo, pero vivirla con presión no es lo que necesitamos
La menopausia. Ese concepto difuso y repleto de tabúes que hasta hace poco se guardaba en secreto y que ahora está tan presente en cada rincón de Instagram y en (casi) todas las cenas de amigas. Es maravilloso que desaparezcan los tabúes, que todas (y todos) aprendamos qué significa la menopausia y que tratemos con naturalidad los síntomas físicos y emocionales que esta etapa conlleva.
El problema es que, mientras desaparecen los tabúes, aumentan las altas expectativas y muchas tenemos la sensación de que se está creando un clima agobiante en el que la menopausia parece ser lo mejor que te puede pasar, la meta de toda mujer, el momento de mayor plenitud. Y ¿qué pasa si mi menopausia no es un camino de rosas o yo me encuentro con todas las espinas?
¿Estamos idealizando la menopausia? ¿Qué consecuencias puede tener para nosotras esta nueva manera de entender este momento? Hablamos desde diferentes puntos de vista de cómo nos sentimos las mujeres ante esta idealización de la menopausia.
Está bien normalizar la menopausia, pero ¿la estamos idealizando?
Aunque ni yo ni la mayoría de mi círculo de amigas más cercanas estamos aún en ese punto, somos muy conscientes de que nos acercamos peligrosamente, quizás por eso las conversaciones sobre la menopausia se repiten cada vez con más frecuencia. En estas charlas de tú a tú se habla de la transición menopáusica sin pudor y sin miedo y, la verdad, con un sorprendente alto conocimiento sobre el tema. ¿Cómo puede ser que antes nadie hablara del tema y hoy sea un topic tan habitual? Estoy 100% segura de que la omnipresencia de los temas sobre la menopausia en las redes sociales tiene casi todo que ver.
Hablar de menopausia está de moda. Hasta hace unos años, cuando pensábamos en una mujer menopáusica, visualizamos a alguien mayor, casi a una anciana, arrugada y con un abanico en la mano. La imagen que ahora proyectan las redes es la de una mujer de bandera, madura pero actual, que vive plenamente, sin límites y sin ataduras, que sonríe ante su plenitud y que tiene toda una vida por delante. Este cambio, que ha ocurrido en poco tiempo, que ha derribado estereotipos y que asume que una mujer de 57 años no está acabada sino todo lo contrario, es realmente fascinante.
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Normalizar la menopausia, ayuda a las mujeres a dejar de aterrorizarse ante lo que les viene, a no tener miedo a pedir ayuda profesional cuando los síntomas de la menopausia le impiden a hacer su vida con normalidad, a entender que es solo una etapa más de la vida y, en definitiva, a conocernos un poco mejor. Pero, una vez más, la imagen que se proyecta desde las redes genera en muchas de nosotras demasiada presión.
Susana tiene 56 años y está inmersa en la menopausia, con sus pros y con sus contras. Para ella, el panorama no se parece casi nada al que venden las redes: “Tal y como me está afectando la menopausia, no me siento con ganas ni energía para empezar ningún proyecto vital nuevo ni me veo más empoderada que antes, la verdad. Me siento cansada casi todo el tiempo, los sofocos me superan y no consigo dormir por las noches. ¿Empoderada yo? Más bien estoy intentando sobrevivir. Los consejos positivos están bien y me alegro de que haya mujeres que vivan su menopausia tan plenamente, pero mi máxima aspiración es un ventilador, una siesta y poder comerme un helado a gusto sin que nadie me recuerde que debería estar tomando semillas de chía”.
Testimonios como el de Susana son los que me hacen reflexionar. En general, las mujeres no empezamos a pensar en la menopausia hasta que nos encontramos cara a cara con la perimenopausia, cuando los ciclos son cada vez más irregulares y el humor empieza a convertirse en una montaña rusa. Personalmente, no sé definir como me siento respecto a la inminente llegada de esta etapa, pero lo que sí sé es que la manera en que la sociedad habla de la menopausia hoy está consiguiendo agobiarme. Creo que no eres peor por llegar a la menopausia sin sentirte plenamente feliz, divina y empoderada.
¿Qué pasa si a mí la menopausia me da miedo?
El discurso general sobre la menopausia es positivo, pero la verdad de la verdad es que llegar a la menopausia nos sigue dando miedo. Parece que estamos condenadas a exponernos a esta tormenta sin remedio. Asusta envejecer, cambiar de carácter, que se altere nuestro físico, engordar y el resto de síntomas que acompañan esta etapa.
Pero el hecho es que cada menopausia es un mundo. También te encuentras con mujeres como mi amiga Blanca, que pasan por la menopausia de puntillas. Tiene 60 años y apenas ha vivido los síntomas de la meno. Me decía hace poco que para ella la menopausia era un paseo: “Dejé de tener la regla y poco más, ni sudores, ni cambios de humor ni kilos de más. No he tenido que apuntarme a yoga ni tomar pastillas, hago mi vida normal, como siempre». Esto también es una mujer menopáusica, sin sufrimientos y con normalidad y rutina.
Emocionalmente, hay muchas formas distintas de vivir la menopausia. Puedes abrazar esa idea de que la menopausia se presenta como una oportunidad para vivir en positivo la madurez, pero no es una obligación. Mejorar los hábitos de estilo de vida y pedir ayuda profesional cuando sea necesario van a ayudarnos a mejorar nuestro bienestar físico y emocional seguro. Pero además de cuidarte, puedes seguir siendo imperfecta y no culparte por eso.
La menopausia tampoco tiene la culpa de todo lo que nos pasa
La menopausia es un proceso natural, que se hable más y mejor de esta etapa es positivo, pero caer en la idealización es innecesario. Algunas mujeres viven esta etapa con más energía que nunca, y eso está genial, pero, para otras, la menopausia es un complicado reto físico y emocional. Ambas experiencias deben aceptarse como válidas, y lo importante es que cada una pueda vivirla a su manera, sin presión y, sobre todo, sin culpas.
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Los desequilibrios hormonales nos revolucionan y soportar los síntomas puede llegar a ser duro, pero cuidado con culpar a la menopausia de todo lo que nos ocurre. Marta tiene 50 años y cuando hablé con ella sobre este nuevo reto al que nos enfrentamos me dijo que estaba pasando una mala época y que se daba cuenta de que estaba insoportable. “Es por la menopausia”, me dijo. La menopausia, con todos sus desafíos, no debería convertirse en la excusa para justificar nuestro mal humor o nuestra falta de interés por socializar y vencer la pereza.
Nuestras abuelas a los 60 tenían hijos mayores y completamente independientes y, probablemente, no trabajaban. Pero, hoy, las mujeres que llegamos a la menopausia seguimos metidas de lleno en el multitasking, devoradas por las obligaciones y la falta de tiempo y buscamos la perfección en nuestro físico, en nuestra carrera laboral y en nuestro ideal de vida.
No siempre es culpa de la menopausia, mucho de nuestra irritabilidad y nuestro agotamiento físico y mental tiene más que ver con la vida que nos ha tocado vivir y la fatiga mental.
También depende de nosotras
La clave, dicen los expertos, está en cuidarnos por dentro y por fuera. No tenemos tiempo para nada y priorizamos el trabajo o el cuidado de otras personas antes que nuestra propia salud. El tema es que, cuando se acerca la menopausia, cuidarse no es negociable porque nuestros hábitos de vida influyen mucho en la salud de nuestro presente y, sobre todo, de nuestro futuro.
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Los cuatro pilares para cuidarse en la perimenopausia y la menopausia son: alimentación saludable, higiene del sueño, ejercicio moderado (y de fuerza) y mantener el estrés a raya. No hace falta que vivamos esclavizadas por el autocuidado, pero podemos y debemos intentar poner nuestra salud en el centro.
Además, cuando los síntomas empiezan a ser demasiado frecuentes o intensos, acudir a un especialista puede marcar la gran diferencia porque existen tratamientos realmente eficaces para moderar los síntomas físicos y emocionales de la menopausia. Por suerte, no tenemos que sufrir en silencio la menopausia como hicieron nuestras abuelas.