Lorazepam en Vinted, Viagra en Telegram y Ozempic en Whatsapp: el mercado negro de los medicamentos con receta

Estamos viviendo un crecimiento de un mercado paralelo de medicamentos al margen de las recetas y las farmacias. Sin control, pero con muchos riesgos.

julio 20, 2025 Escrito por Sara G. Pacho

Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

En España, cada vez es más fácil conseguir una pastilla para concentrarse más, dormir mejor, abortar en silencio o tener sexo sin disfunciones. No hace falta receta. Tampoco pasar por una farmacia. Basta con tener el contacto adecuado en Telegram, en redes sociales o estar en el grupo de WhatsApp correcto.

Medicamentos para adelgazar (o que se utilizan para ello, como el famoso Ozempic), relajantes, profilaxis preexposición o incluso medicamentos para tratar el TDAH que se usan para estudiar más o aguantar de fiesta: son solo algunos ejemplos de lo que se puede comprar en Internet sin prescripción médica ni garantías. Además de los riesgos para la salud de automedicarse, muchos de estos fármacos son, en realidad, falsificaciones que no han pasado por ningún control sanitario. Es decir, lo que puede parecer una solución puntual, puede llegar a comprometer la salud de forma grave. 

Es mucho más que un mercado al margen de la ley: es una demanda que responde a una serie de síntomas estructurales como un sistema de salud mental colapsado, el acceso desigual a la anticoncepción y el aborto o la presión creciente por rendir en el plano que sea. 

Lo que antes era una práctica excepcional hoy se ha normalizado como una especie de forma de sobrevivir a un sistema que no escucha. Sin embargo, esta práctica tiene consecuencias físicas, emocionales y legales que apenas se están empezando a medir.

Cómo circulan estas pastillas

La ruta de estas sustancias elude las farmacias: se venden en grupos de Telegram, canales de Whatsapp, foros. Incluso, como denunciaba Guillermo Martín, aka Farmacia Enfurecida, en Vinted y Wallapop. Vamos, que no hace falta ser un hacker ni bucear en lo más profundo de la deep web desde una habitación a oscuras con la capucha puesta. Acceder a estos medicamentos es relativamente sencillo, incluso fuera de los cauces de Internet. También hay mercado negro físico. 

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) es la entidad encargada de garantizar que los medicamentos que se comercializan a través de las farmacias sean los autorizados legalmente en nuestro país. Si los laboratorios hacen modificaciones en sus fórmulas, deben informar para recibir la pertinente autorización, así como si dejan de fabricarlo, para que así conste en el Registro Español de Medicamentos. 

¿De qué mecanismos dispone esta institución para detectar y controlar la compraventa ilegal de medicamentos fuera de estos canales autorizados? Según Manuel Ibarra, jefe del departamento de inspección y control de medicamentos de la AEMPS, es habitual que la agencia tenga conocimiento de este tráfico a través de denuncias y las actuaciones al respecto depende de la naturaleza del sitio web donde tiene lugar este “mercado negro”, así como de la capacidad de identificar a los prestadores de estos servicios y la existencia de procedimientos para ejecutar las órdenes como los previstos en la Ley de Servicios Digitales.

En el caso de que esta venta se produzca en persona, establecimientos no autorizados o a través de canales de servicios de mensajería como WhatsApp o Telegram, es necesario que intervengan en la investigación y actuación las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con los que la AEMPs colabora de manera habitual. 

Rubifen, viagra, misoprostol: qué se está comprando sin control

Según confirma Ibarra, desde la AEMPS han detectado un aumento de casos de intervención de psicotrópicos, aunque no disponen de datos que sean representativos, ya que la agencia solo registra aquellos casos en los que intervienen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. “Nuestro principal papel es prestar apoyo técnico e informar a las autoridades judiciales sobre los riesgos para la salud del consumo de estos medicamentos obtenidos fuera del canal autorizado, sin prescripción médica, y en condiciones distintas a las autorizadas” explica.

Iván Busto Domínguez, farmaceútico del Grupo de Trabajo de Seguridad del Paciente de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC), advierte de la detección por su parte de un patrón de uso inadecuado de ciertos medicamentos con potencial de abuso, entre los que destacan:

  • Metilfenidato, indicado en TDAH, que “se ha desviado para usos no terapéuticos como mejora del rendimiento cognitivo o vigilia prolongada, sobre todo en universitarios y profesionales”. El uso no pautado de este compuesto se asocia a efectos adversos como la hipertensión, el insomnio o la ansiedad, y no se descarta el riesgo de adicción.

  • Zolpidem, un medicamento para tratar el insomnio que puede generar dependencia en tratamientos prolongados o si se toma con alcohol o benzodiacepinas (medicamentos tipo diazepam), potenciando los efectos depresores sobre el sistema nervioso central, lo que aumenta el riesgo de caídas o alteraciones cognitivas.

  • Mifepristona y misoprostol (indicados para la interrupción médica del embarazo), que “sin supervisión clínica, los riesgos incluyen hemorragia, aborto incompleto o infección grave, además del desconocimiento del estado gestacional o ubicación del embarazo”, señala Busto Domínguez.

  • Sildenafilo (empleado en disfunción eréctil), que se adquiere habitualmente a través de internet sin diagnóstico, lo que desatiende otras causas subyacentes de este trastorno como puede ser una enfermedad vascular, o sus efectos al interactuar con otros fármacos hipotensores.

Si los medicamentos legales parecen estar tan controlados, ¿cómo acaban en el mercado negro? Una gran mayoría de los casos que se han hecho mediáticos al respecto señalan que, en realidad, estos fármacos que circulan en webs y canales no autorizados de venta son, en realidad, falsificaciones. Tanto es así que la  Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente la mitad de los medicamentos comercializados en Internet son falsos. Ya se han detectado más de 170 webs que los venden en todo el mundo. 

Riesgos médicos reales

La idea de que si lo toma alguien, no puede ser tan peligroso es una trampa frecuente. Pero cada uno de estos medicamentos mal usados puede tener efectos graves. La distribución de medicamentos –estén o no sujetos a prescripción médica– que se hace desde laboratorios a almacenes, farmacias comunitarias o servicios de farmacia hospitalaria, se controla a través de una especie de “censo” de todos estos actores, así como por inspecciones periódicas. Según Ibarra, en estos controles se verifica “la legalidad de clientes y proveedores y la existencia de procedimientos de control de los medicamentos desde su recepción, pasando por su almacenamiento, hasta su entrega en el punto de destino autorizado”. 

Desde la UE ya se están estableciendo controles para prevenir la entrada de medicamentos falsos en el mercado europeo. Según la AEMPS estas medidas consisten en dispositivos de seguridad e identificador único, y contra la manipulación. Además de los riesgos para la salud, la OMS alerta de que este mercado atenta directamente contra la economía estatal. 

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Según el portal de estadística Statista, en 2023 se registraron un total de 6.850 casos de falsificación de medicamentos a escala mundial. El ranking lo encabezan los medicamentos vinculados al sistema genitourinario, con casi 700 expedientes. Le siguen los relacionados con el sistema nervioso y el metabolismo.

Busto Domínguez denuncia los riesgos que tiene consumir fármacos psicoactivos sin control médico: “en el caso de somníferos (como zolpidem, lormetazepam o diazepam) su uso inadecuado puede derivar en tolerancia y dependencia, deterioro de la calidad del sueño natural, amnesia anterógrada y riesgo de caídas y fracturas, especialmente en ancianos”, explica. Al referirse a los estimulantes, como el metilfenidato anteriormente mencionado, señala su potencial riesgo cardiovascular, los trastornos psiquiátricos y el comportamiento compulsivo

En el caso de medicamentos como las píldoras abortivas o antirretrovirales, el riesgo aumenta exponencialmente cuando se administran sin una evaluación clínica previa y un seguimiento profesional. Nos recuerda que las píldoras llamadas abortivas requieren de una confirmación ecográfica de edad gestacional y ubicación uterina del embarazo, la evaluación del estado de coagulación y el acceso a centros sanitarios en caso de complicaciones. Si hablamos del consumo de antirretrovirales (ARV) como profilaxis post-exposición (PEP) o pre-exposición (PrEP), sin asesoramiento, el experto advierte de que pueden producir efectos adversos hepáticos, renales o gastrointestinales no monitorizados, generar resistencias si se toman con pautas erróneas e incluso ocultar seroconversiones no diagnosticadas.

El uso domiciliario sin control de píldoras abortivas (mifepristona, misoprostol) puede implicar abortos incompletos, hemorragias severas o retención de restos

Iván Busto Domínguez, farmacéutico del Grupo de Trabajo de Seguridad del Paciente de la SEFAC

Consecuencias legales: ¿qué dice la ley?

La ley española prohíbe la venta de medicamentos sin receta, y así se refleja en el artículo 361 del Código Penal, que establece que “El que fabrique, importe, exporte, suministre, intermedie, comercialice, ofrezca o ponga en el mercado, o almacene con estas finalidades, medicamentos, incluidos los de uso humano y veterinario, así como los medicamentos en investigación, que carezcan de la necesaria autorización exigida por la ley, o productos sanitarios que no dispongan de los documentos de conformidad exigidos por las disposiciones de carácter general, o que estuvieran deteriorados, caducados o incumplieran las exigencias técnicas relativas a su composición, estabilidad y eficacia, y con ello se genere un riesgo para la vida o la salud de las personas, será castigado con una pena de prisión de seis meses a tres años, multa de seis a doce meses e inhabilitación especial para profesión u oficio de seis meses a tres años”.

Soluciones reales: lo que sí se puede hacer

El mercado negro es un síntoma de algo más profundo, por lo que no basta con aplicar castigos a quienes venden o compran por esta vía. Al preguntarle por este aspecto, Busto Domínguez alude a causas multifactoriales que responden tanto a dinámicas sociales como sanitarias: acceso limitado o lento a consultas médicas, estigmatización de ciertos diagnósticos (salud mental, disfunción sexual, ITS), percepción de inocuidad por tratarse de medicamentos y no drogas ilícitas, influencia de redes sociales y foros que promueven el “biohacking” o la automedicación y la facilidad para adquirir fármacos por internet sin control.

Es por eso que, para abordar este preocupante mercado, es necesario un enfoque estructural que incluya, además de una regulación más estricta de los diferentes canales online que promocionan fármacos sin aval sanitario, una educación sanitaria y digital que refuerce la percepción de riesgo ante un mal uso de los medicamentos, reforzar la figura del farmacéutico comunitario como agente de salud accesible capaz de identificar conductas de riesgo y derivar a atención médica, que también necesita dotarse de más recursos.

“Ampliar el acceso a la atención primaria, incluyendo telemedicina evita que el paciente ‘autogestione’ su salud de forma peligrosa”, indica el miembro de SEFAC. Y es que, más allá de los datos, no podemos perder de vista que detrás de estas transacciones al margen de la ley hay historias de ansiedad, precariedad, miedo o presión social. 

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