Tipos de sofocos en la menopausia: mucho más que «calores» inesperados
Algunos aparecen en medio de la noche; otros, después de comer. ¿Podemos clasificar los sofocos para entenderlos (y sobrellevarlos) mejor? ¡Allá vamos!
No todas las mujeres sufren una menopausia despiadada, de hecho, hay un porcentaje bastante alto que llegan al fin de su vida fértil sin padecer ningún síntoma o con una afección muy leve y que, incluso, entienden la menopausia como una liberación. En el otro lado de la balanza se sitúan aproximadamente cuatro de cada diez mujeres, las que afrontan distintos síntomas (incluidos distintos tipos de sofocos en la menopausia) en esta etapa.
Los síntomas de la menopausia son de lo más variados, pero los más habituales e incómodos suelen ser el insomnio y los sofocos, no tanto por su agresividad, sino porque, normalmente, aparecen en el momento más inoportuno y nos hacen pasar un mal rato.
También porque están ligados a un estigma del que ha llegado la hora de librarse. Avergonzarse no es una opción: normalicemos padecer sofocos y aprendamos a convivir con ellos. Te ayudamos a entender los diferentes tipos de sofocos en la menopausia.
Avergonzarse no es una opción: normalicemos padecer sofocos y aprendamos a convivir con ellos.
Sofocos, la consecuencia de un desequilibrio hormonal
Antes de ahondar en los tipos, repasemos un poco de teoría sobre los sofocos menopáusicos, una sensación de calor repentina e inevitable que crece en la parte superior del cuerpo y que se manifiesta con frecuencia en algunas mujeres con la llegada de la menopausia. Este calor repentino o súbito suele venir acompañado de otros síntomas más o menos intensos, como sudoración excesiva, piel enrojecida de la cara, el cuello y el pecho, sensación de ansiedad, aceleración de los latidos del corazón y escalofríos provocados por el cambio brusco de temperatura.
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¿Cuál es su causa? La respuesta corta es que los sofocos se producen por el desequilibrio hormonal que sufren las mujeres durante la menopausia.
La explicación larga es que el descenso en los niveles de estrógenos y progesterona que acompaña el fin de la menstruación provoca cambios bruscos en el centro regulador de temperatura corporal de las mujeres, que se sitúa en el hipotálamo. Esa “avería temporal del termostato”, es la que provoca esos calores súbitos e intensos que ocurren en el momento más inoportuno y que conocemos como sofocos.
Tipos de sofocos en la menopausia según su intensidad, duración o frecuencia
Hay tantos tipos de sofocos como mujeres que los sufren. Aún así a grandes rasgos, podemos clasificar los sofocos causados por la menopausia según su intensidad, según su duración o su frecuencia.
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Intensidad
Según su intensidad, los sofocos pueden clasificarse como leves, moderados o graves. Si, a pesar de cuidarte, los sofocos interrumpen tus actividades y te impiden hacer una vida normal, lo mejor es que consultes con tu gine las posibles soluciones.
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Duración
La duración de los sofocos es muy variable. Lo normal es que la sensación de calor repentino no se prolongue más de dos minutos, pero podría durar desde unos segundos hasta diez minutos seguidos.
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Frecuencia
Por regla general, los sofocos se manifiestan en una media de dos o tres veces al día o incluso menos, pero hay muchas mujeres que apenas sienten sofocos una o dos veces por semana. En casos más graves, puede ocurrir que al principio se sucedan con más frecuencia (hasta varias veces en una hora), pero lo natural es que la frecuencia vaya a menos poco a poco.
Sofocos nocturnos: los (incómodos) calores súbitos de medianoche
Otra forma de clasificar los sofocos sería según el momento en el que llegan. Pueden aparecer en cualquier tramo del día, pero son más frecuentes a primera hora de la mañana, nada más despertar o después de comer. Ahora bien, también son muy habituales los sofocos nocturnos, sobre todo en las cuatro primeras horas de sueño. Estos episodios son especialmente incómodos porque interrumpen el sueño y suelen venir acompañados de mucho sudor.
¿Sofocos en la cara? El punto de partida
¿Podemos clasificar los tipos de sofocos en la menopausia según el lugar en el que se presenten? Si bien esa sensación de sudor o calor repentino es algo generalizado, suele comenzar en la cara, el cuello, el pecho o la espalda y, en cuestión de instantes, extenderse al resto del cuerpo. Por eso hay momentos en los que podemos sentir que tenemos sofocos en la cara, aunque sencillamente sea su punto de partida.
Sofocos después de comer: un clásico
Es muy común que los sofocos aparezcan después de comer. Por un lado, porque ciertos condimentos, especias y salsas, dado su alto contenido en capsaicina, provocan episodios de sofocos tras la ingesta. Pero una comida alta en grasas o azúcares (que se descomponen de forma más rápida que los carbohidratos complejos) también puede derivar en un episodio de sofocos. ¿Lo mejor? Una dieta lo más saludable posible y tomar los alimentos a temperatura ambiente.
Remedios para los sofocos de la menopausia, ¡toma nota!
La verdad es que los sofocos no se pueden evitar ni predecir, como la mayoría de los síntomas que trae consigo la menopausia. Pero siguiendo unos hábitos de vida saludables y teniendo en cuenta algunos consejos para aliviar los sofocos en la menopausia podrás minimizar sus estragos. Ya que vamos a pasar por ese trance, pasemos por él lo más de puntillas que se pueda.
- Adopta un estilo de vida saludable con dieta sana y ejercicio regular apto para la menopausia.
- Duerme en una habitación limpia y ventilada para disminuir los efectos de los sofocos nocturnos. Cambia las sábanas con más asiduidad para una buena higiene.
- Dúchate con más frecuencia de lo habitual y, cuando puedas, date un baño relajante antes de acostarte.
- Evita las comidas copiosas, muy picantes o condimentadas y huye de los azúcares y las grasas. Prueba a introducir en tu dieta isoflavonas de soja y alimentos ricos en fitoestrógenos, que ayudan a regular las hormonas. Otros alimentos para la menopausia que ayudan a reducir los sofocos son las semillas de lino, los guisantes o el regaliz. Procura que lo que vas a comer no esté demasiado caliente o frío, la temperatura ambiente es mucho más adecuada.
- La obesidad supone uno de los factores de riesgo más importantes cuando hablamos de sofocos. Si puedes bajar tu índice de grasa corporal de manera controlada y bajo supervisión médica, la perimenopausia es un buen momento para ponerse a ello.
- El estrés es enemigo del insomnio, pero también de los desarreglos hormonales. Trata de relajarte, especialmente antes de dormir, y procura practicar yoga, pilates, meditación o cualquier actividad que te ayude a mantener el estrés a raya.
- En ningún caso dejes que los sofocos acaben con tu vida social, acostúmbrate a vivir con ellos y no pases apuros cuando lleguen los calores en una reunión de trabajo o en una cena con amigos. Comparte con naturalidad que estás sufriendo un sofoco, saca tu abanico, y espera a que pase, ¡así de fácil!
En cualquier caso, si tu gine lo considera necesario, te recomendará completar tu dieta con algún complemento vitamínico que pueda ayudarte a sobrellevar los distintos tipos de sofocos en la menopausia.
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En el caso de que los sofocos sean demasiado intensos y vengan acompañados de otros síntomas que interfieran en tu vida diaria de forma demasiado fuerte, es probable que tu médico te recomiende seguir una terapia hormonal sustitutiva (THS), un tratamiento que reemplaza artificialmente esa bajada masiva de hormonas que se produce durante la perimenopausia y la menopausia y alivia los síntomas propios de esta etapa.